Fluyen las palabras como lava del volcán

lunes, 27 de septiembre de 2010

MARIPOSA AZUL


Mariposa azul

La mariposa se mezcló entre mis sueños. Su intención, quizás, no fue esa pero su aleteo apagó la llama.
La oscuridad se apoderó de la luz, y mis ojos sin estrellas quedaron ciegos. Azules polvos despidieron sus alas, que deslumbraron los minutos que circularon por mi vida. El reloj no se detuvo, y me envolvió el terciopelo de las palabras, la llama seguía allí. La mariposa se mezcla entre mis sueños, su aleteo desprende el hilo que sostiene lo real de la fantasía. Vuelan sus polvos azules hacia un lugar que mis manos no pueden llegar. Subo la escalera de la esperanza inútilmente, trato en vano de mantener la llama.
Y se va... otras vez... hacia allá.

Y aqui estoy hoy como me dejó, ciega de amor.

INTERMINABLE Y VELOZ


Interminable y veloz

Entre los amarillos de un invierno frío, la laguna de mi vida se va descongelando. Un racimo de uvas frescas cuelga de la vid y el verano se presenta azul. Mañanas de ternura abrazan las horas, y mi cuerpo, diminuta isla perdida en el mar, deja ser acariciado por tus manos. Manos fieles a tu deseo arremolinan mis cabellos, y tu boca, húmeda y pedigüeña, se apodera de mis labios. Pasa interminable y veloz el tiempo... Interminable de amor, veloz el instante mismo que se fusiona la piel. La miel de tus ojos endulzan mi mirada, y mis caracolas reciben palabras que brotan de tu corazón.
Entre los amarillos de un invierno frío... la laguna de mi vida se va descongelando
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PÉTALOS AL VIENTO


Pétalos al viento

Se fue marchitando lentamente, sin agua en el florero, sobre esa mesa de patas altas marrón oscuro, que con tanto empeño había logrado dar lustre.
Ella ya no brillaba. Se fue apagando el rojo de sus pétalos. El aroma se fue volatilizando entre los pasos rutinarios.
Ella vio que la mañana era azul, y otros ojos no apreciaron el color...
Y sus ojos ya no percibieron colores.
Cuando sus labios se abrieron para el beso, y se recibió la fría respuesta de vacío.
Y su boca se cerró.
Cuando su cuerpo ávido de caricias se perfumó con aguas de rosas, y la indiferencia lo diluyó...
Su cuerpo quedó sin aromas.
Cuando sus palabras se arremolinaron dulces, pasionales, enamoradas para salir todas juntas en tropel, corriendo desbocadas como bravos caballos blancos, pero la tranquera del oído estaba cerrada y no pudieron entrar...
Las palabras se refugiaron en el silencio.
Se fue marchitando lentamente. Hoy más de cuarenta y ocho pétalos los lleva el viento de la vida.
Un jardinero intrépido quiere unirlos y riega con amor el tallo para que renazca, enciende el hogar y la coloca cerca de los leños para que reciba calor. Deja entreabierta la ventana para que la luz de la luna plateada la rodee....