REALIDAD
Que te quedes, te pedía en noches arrebatadas.
Que te quedes, y tus brazos, amaneceres tibios, me arropaban
la piel.
Y te diluías, como transparente polvo de estrellas, en el
agua de la vida. Y te buscaba en los mediodías de sol, entre las flores que
quedaron olvidadas en el jarrón.
Que te quedes te pedía, silenciosa, mientras mis ojos
atrapaban tu mirada esquiva.
Y me tomabas, suavemente, como un cristal pronto a romper, abrigando
sueños.
El tiempo como arena, entre las manos se filtraba y me
bañabas de amor, mar inquieto, infinito cielo.
Que te quedes te pedía.
Otras caracolas se desvivían por tu espuma, y tu rebelde fuerza
danzaba entre mi amor y medusas.
Una noche serena, te deslizaste muy cerca, la luna marcó tu
sombra, mis manos en vano persiguieron tus formas.
Monté al caballo , hinqué mis talones a sus
costados, enfurecido corrió llevándome hacia el olvido.
Superé la pendiente del destino, salté hasta el infinito
abismo; caí rendida ante la realidad manifestada.
Que me quede me pedías... tu voz en la lejanía.
Sangra aún mi herida.