Fluyen las palabras como lava del volcán

martes, 5 de junio de 2012

INOCENCIA





INOCENCIA

En el crepúsculo de su inocencia,  el espacio se lleva los besos tirados al viento
y una luna anochecida los recoge en su falda traviesa.  
Bebe el oscuro cielo impregnando sus pupilas y el rubí de los labios con un beso pintan los suyos.
Una estrella hace un guiño sutil, y la ingenuidad se ruboriza….
Unas manos toman su cara, y sin decirse nada, tanto dicen, tanto hablan.
Cae el manto, caen las sombras, queda atrapado el amor entre dos cuerpos.

sábado, 2 de junio de 2012

JUAN Y SUS FANTASMAS




                     JUAN Y SUS FANTASMAS

Juan corre alocadamente por la calle empedrada del barrio Alem. La noche iluminada por estrellas y algunos faroles situados a los costados de la vereda, dejan ver sombras grotescas en el suelo y las paredes.
Sus pasos, resuenan como campanas de bronce en las alturas de alguna iglesia renacentista. Respirando entrecortadamente, transpirando profusamente, gira su cabeza, mira hacia atrás y los ve. Lo siguen.

En el laboratorio todos están uniformados con mamelucos blancos. Gorras y guantes níveos. Una camilla es iluminada por potentes luces, que no dejan ver sombra alguna sobre el cuerpo acostado sobre ella, mientras los investigadores trepan el cráneo y colocan en el cerebro electrodos capaces  producir un choque eléctrico, para alterar el circuito de las neuronas, y  cambiar los registros en la memoria. El éxito sería lograr que olvide su nombre, y recuerde el que ellos de inducirán….. Felipe.
Las agujas del reloj, con paso cansado, dan vueltas la circunferencia azul. Se termina el procedimiento. Resultó todo un éxito. Ahora a esperar los resultados neurológicos.
Dos días más tarde, los científicos rodean a Juan, sentado en la cama de una habitación especial, cabeza vendada, mira a los hombres. Sus ojos piden una respuesta.
Cómo te sientes esta mañana Felipe- le preguntan
Y Juan no responde, solo recuerda una calle empedrada iluminada por faroles.
Felipe, Felipe- le repite uno de los hombres vestido con mameluco blanco.
Siente un dolor profundo en la sien derecha. Se toma la cabeza con las dos manos. Un nuevo choque eléctrico circula por sus neuronas. Juan… Felipe… Juan… Felipe.
Imágenes difusas, nombres que no comprende.
Con las pupilas enrojecidas, mira a uno de los hombres y balbucea… Juan.
Un intercambio de miradas cruzan los científicos. Uno de ellos le toma las manos.
Recuerda, eres Felipe… Felipe-
Juan…Felipe…. Felipe- les dice, mientras sonríe.
Felipe.
Salen de la habitación orgullosos  por el éxito de su nuevo experimento.



BARRILETE





                 BARRILETE

Afloja el hilo azul y el barrilete se eleva libre en un espacio limitado, sacude sus flecos multicolores se despeina con el viento y bailan encadenados ficticiamente mientras en el oído su corriente aliada le explica que no es libre.
Una ráfaga fresca le acaricia y lo eleva más, respira un nuevo aire, llena sus pulmones y sus neuronas se reavivan, sus sueños quieren salir del interior, opacado por la obediencia y la sumisión de un porque que solo tiene explicación, en un mundo de obsecuentes. Se rebela en las alturas, grita agita sus penas, sus razones al cosmos las vierte como cascada en un desierto. Sonríe radiante… pero en ese instante se tensa el hilo y desde abajo unas manos arman el ovillo nuevamente y el hilo acorta la distancia entre su universo inexistente, su libertad anhelada, y la realidad terrenal. 
Barrilete regresa a su lugar.
Esas mismas manos determinan su destino. Esas manos que lo dejan emigrar y lo reclaman.
Ambivalencia.
Egoísmo.
Juego macabro de dejar y tomar, de alejar y acercar. De renunciar y someter. De imponer y anular.
Distiende el hilo de algodón azul las manos carceleras y el barrilete se remonta, surca la bóveda celeste con más ímpetu, una ventisca lo envuelve, arremolina y gira cual tirabuzón invertido, raudamente, audaz, frenético, tan ligero y presuroso que rompe el hilo, se libera de las manos.
Libre.
Independiente
Autónomo.

Las manos no conciben que los individuos precisen ser libres………


LA PALABRA


     




      LA PALABRA

La palabra se escapó por la ventana de la habitación del fondo. Aquella la que tiene cortinas azules y sus paredes tonalidades damasco.
La muy astuta voló por los cielos y se instaló sobre la rama del roble.
Y quede en silencio.
Sin voz.
Sin palabra.
Me cosquilleaba la garganta, abría la boca y Nada!
Mis ojos, marrones terrosos, pedían ayuda, y mis manos trataban en vano en hacer gestos para llamar la atención.
La palabra se había ido.
Quedé atrapada en un dialogo interno.
Solitario.
Único.
Monologo autista.
Sola.
Ella se reía, a través de las hojas podía ver su boca grana.
Me siento, en el viejo sillón de hierro en la galería que da al oeste, justo frente al roble. La miro, cuando así de pronto, como relámpago y trueno, en tarde de tormenta, me tira con una letra convertida en bellota. La atrapo, es una ve corta de ángulo filoso, agudo, incoloro.  La observo por todos lados, que letra fuerte, pienso.
Siento bajo mis pies, algo duro, creo es una ramita delgada, derechita del mismo roble, pero no, me equivoco. Otra letra que me tira la palabra.
La guardo junto a la anterior.
Esquivo casi milagrosamente algo parecido a un bumerang, pero de aristas mas pronunciadas, no regresa a mi, cae silenciosa sobre mi falda.
La palabra se sonríe, mirándome con picardía.
Toma impulso y la veo, casi con tristeza, saltar alto, tan alto que se pierde entre un cielo oceánico y profundo.
La perdí, pienso, definitivamente.
Comienzo a unir las letras que me quedan.
De una forma, de otra.
No encuentro significado alguno, cuando de pronto un ruido a cristales rotos me sobresalta y una letra redonda grande,  brillante como luna llena cae junto a mis otras letras.
Casi sin percibirlo, un sonido sale de mi garganta despacito. Se arremolinan las letras y al azar  forman la palabra.
Me asombro cuando de entre mis labios entreabiertos vuelvo a leer en voz alta

                                          V I V O


ESQUINA AZUL






           ESQUINA AZUL

Cuando el tiempo sea solo un instante en la inmensidad del todo en mi nada, quizás una leve caricia, mágica pluma de paloma lejana rozará mi piel.
Quizás un beso sutil candoroso de unos labios etéreos perdidos en el trayecto del tiempo se depositará en los míos, y mi cuerpo, tiritará de amor al recibirlo.
Quizás, tus manos recorriendo los senderos de mi campo sin arar,  encuentren en algún recodo las ansias de permanecer ahí.
Cuando el tiempo sea,  jaula de pájaro abierta y vuele hacia mí tu amor, quizás la fina llovizna de mis ojos no mojen las mejillas pálidas del desencuentro.
Quizás, tus brazos tomen, huracanados, mi tallo fino de larga espiga y la cobije de los nubarrones otoñales que lo amenazan vilmente.
Quizás esa lejana ausencia que arrebata tu cuerpo del mío... se torne piadosa por un instante sublime, una los mares y conjugue olas que mojen la misma playa.
Cuando el tiempo sea solo un instante en la inmensidad de mi todo, volaré hacia ti amor, y dejaré la nada en la esquina azul del olvido.

ARENAL




                      ARENAL

Desconozco al río.
Piedras quedan en sus orillas bañadas ayer por aguas caudalosas
Desconozco al río, lecho seco hoy, cuando mis manos no encuentran atemperar el ardor intrínseco.
El árbol de su orilla extendiendo sus raíces rastrea un atisbo de humedad, mientras un cielo miente una luna y las nubes se ausentan impidiendo las lluvias.
Cauce seco.                                                              
Río.
Olvido.
Ya no tengo espejo, inútil fue el dique que soñaba otro destino, hoy solo queda el vacío entre dos peñascos.
Cauce seco
Río
Olvido
Arenas absurdas que castigan mis ojos, lágrimas que hieren caen, para impregnar la tierra y revivir al árbol.
Agonía sin clemencia.
Indiferencia.
Cauce seco
Descuido…
Desconozco al río.