LA PALABRA
La palabra se escapó por la ventana de la habitación del
fondo. Aquella la que tiene cortinas azules y sus paredes tonalidades damasco.
La muy astuta voló por los cielos y se instaló sobre la rama
del roble.
Y quede en silencio.
Sin voz.
Sin palabra.
Me cosquilleaba la garganta, abría la boca y Nada!
Mis ojos, marrones terrosos, pedían ayuda, y mis manos
trataban en vano en hacer gestos para llamar la atención.
La palabra se había ido.
Quedé atrapada en un dialogo interno.
Solitario.
Único.
Monologo autista.
Sola.
Ella se reía, a través de las hojas podía ver su boca grana.
Me siento, en el viejo sillón de hierro en la galería que da
al oeste, justo frente al roble. La miro, cuando así de pronto, como relámpago
y trueno, en tarde de tormenta, me tira con una letra convertida en bellota. La
atrapo, es una ve corta de ángulo filoso, agudo, incoloro. La observo por todos lados, que letra fuerte,
pienso.
Siento bajo mis pies, algo duro, creo es una ramita delgada,
derechita del mismo roble, pero no, me equivoco. Otra letra que me tira la
palabra.
La guardo junto a la anterior.
Esquivo casi milagrosamente algo parecido a un bumerang,
pero de aristas mas pronunciadas, no regresa a mi, cae silenciosa sobre mi
falda.
La palabra se sonríe, mirándome con picardía.
Toma impulso y la veo, casi con tristeza, saltar alto, tan
alto que se pierde entre un cielo oceánico y profundo.
La perdí, pienso, definitivamente.
Comienzo a unir las letras que me quedan.
De una forma, de otra.
No encuentro significado alguno, cuando de pronto un ruido a
cristales rotos me sobresalta y una letra redonda grande, brillante como luna llena cae junto a mis
otras letras.
Casi sin percibirlo, un sonido sale de mi garganta
despacito. Se arremolinan las letras y al azar
forman la palabra.
Me asombro cuando de entre mis labios entreabiertos vuelvo a
leer en voz alta
V I V
O