BARRILETE
Afloja el hilo azul y el barrilete se eleva libre en un
espacio limitado, sacude sus flecos multicolores se despeina con el viento y
bailan encadenados ficticiamente mientras en el oído su corriente aliada le
explica que no es libre.
Una ráfaga fresca le acaricia y lo eleva más, respira un
nuevo aire, llena sus pulmones y sus neuronas se reavivan, sus sueños quieren
salir del interior, opacado por la obediencia y la sumisión de un porque que
solo tiene explicación, en un mundo de obsecuentes. Se rebela en las alturas,
grita agita sus penas, sus razones al cosmos las vierte como cascada en un
desierto. Sonríe radiante… pero en ese instante se tensa el hilo y desde abajo
unas manos arman el ovillo nuevamente y el hilo acorta la distancia entre su
universo inexistente, su libertad anhelada, y la realidad terrenal.
Barrilete regresa a su lugar.
Esas mismas manos determinan su destino. Esas manos que lo
dejan emigrar y lo reclaman.
Ambivalencia.
Egoísmo.
Juego macabro de dejar y tomar, de alejar y acercar. De renunciar
y someter. De imponer y anular.
Distiende el hilo de algodón azul las manos carceleras y el
barrilete se remonta, surca la bóveda celeste con más ímpetu, una ventisca lo
envuelve, arremolina y gira cual tirabuzón invertido, raudamente, audaz, frenético,
tan ligero y presuroso que rompe el hilo, se libera de las manos.
Libre.
Independiente
Autónomo.
Las manos no conciben que los individuos precisen ser
libres………
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