LA LLAMA
Desdibujo las sombras,
la vela encendida danza entre blancos y naranjas despidiendo aroma a vainilla y
un sutil humo trata elevarse, en vano se diluye en el espacio. Tenue calor despide la pequeña llama.
Frente a mí el espejo, frente al espejo ese intervalo que antecede a mi figura. Imparcial observo bajo la atenta
custodia de la llama de la vela, que sigue su ensayo danzarín, lo reflejado. Rostro
gesticulando sonrisas programadas. Ojos parpadeando al unísono, acunados por lágrimas,
algunas veces inoportunas y rebeldes, otras se tornan ingobernables,
chispeantes, dulces. El cabello lacio insurrecto, fino como lluvia otoñal. Boca deliberada,
jugosa pequeña, hasta ser sometida a la prueba de repetir un Oooo largo
escalonado, penetrante. Silueta lánguida con entrañas de chitta al acecho.
Un ruido me distrae,
las palabras sin sentido que despiden mis labios chocan contra el espejo - quién
soy? Resuena y la llama se incorpora estilizando su forma. Soy polvo, arena,
mar, loba, pez, flor y fruto. Recuerdos y promesas, gestiones y olvidos. Sufrimientos
e ilusiones, realidades y mentiras.
Las sombras se
refuerzan en la pared y el reflejo se aleja del espejo. Camino instintivamente
hacia la puerta, la brisa apaga la llama, cae la vela.
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