Fluyen las palabras como lava del volcán

domingo, 13 de febrero de 2011

MARIA Y ÉL





María y Él...


Él no le miente, puede confiar plenamente en el silencio que lo rodea. Frío y distante, le devuelve a María su mirada cuando ella se le acerca muy lentamente. Algunas mañanas le sonríe dulce si su rostro refleja lo que María cree que es, una mueca en su cara.


En el transito de las agujas del reloj, y casi al descuido seca una lágrima, piensa que ella no lo ve, o no se ha dado cuenta, pero esa lágrima atrevida rueda hasta hacerse minúscula manchita húmeda sobre el vestido azul de María.

Personaje extraño que fascina, por su simpleza. Fiel a su dueña, sabe marcarle los errores, hasta se atreve y le hace observar que tiene muy corta la falda.


Ella ríe con él, no hay tabúes, muestra su desnudez sin sonrojos, su cuerpo se duplica en sus ojos imperturbables.

Distante y tan unido a María. Solo y reservado. Copia lo que se le presenta sin remordimientos. Ante él, la belleza o la ridiculez no tienen parámetros.


Cuando María se apasiona, y en noches febriles danza su cuerpo tras los sones del deseo, él en su rincón, lucha entre los ecos rítmicos y su frialdad.


María lo ama con el ímpetu más excentrico, y lo odia en tardes melancólicas.

María y él....

Él y María...


María y su Espejo.

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