Fluyen las palabras como lava del volcán

miércoles, 5 de noviembre de 2014

DESHORA






DESHORA

Me divorcié.
Mis oídos no decodifican el mensaje al instante, quedo con una mueca mezcla de sonrisa y sorpresa.
Las agujas del tiempo retroceden rápidamente y me encuentro sentada frente a él sin comprender que regresa con su ex mujer. Seis años separados pero una causa justa lo determina, es  “la madre de mis hijos” me necesita. Tomo el brillo de mis ojos, la sonrisa, y mi amor, lo guardo en el bolso, me levanto y salgo hacia la calle sola, vacía, queriendo ser barrilete y levantar vuelo con la primera brisa que doble la vieja esquina.
Cinco años de risas, cinco años de compañía, los  voy guardando en una caja. Pesan tantas alegrías juntas, los proyectos los envuelvo  en papel de diario. La arena de la playa, la piedra, esa flor seca, y me río cuando desenvuelvo la servilleta y salta una cucharita rosa de plástico del helado que compartimos. El jaboncito sin usar, robado del hotel alojamiento, a ése que fuimos temblando y casi con vergüenza, a descubrir nuestros cuerpos por primera vez.
Levanto la caja, voy hacia el terreno baldío que está al lado de casa, rocío con alcohol y enciendo un fósforo.
La llama comienza a hacer su tarea.

Pasa el tiempo y las agujas del reloj  marcan el tiempo en nuestro rostro. Otro amor llega, y de la mano de él los hijos.
Se abre la puerta de la oficina.
Perdón, no tuve el coraje de dejarla sola en ese trance tan difícil que pasaba, te amé y seguiré amándote- me dice esa mañana de Julio. Le sonreí, con ese dejo de insulto, frustración, amor y bronca. Miro por la ventana, en el auto mi esposo y nuestros hijos. Frente a mí su regreso para el indulto. Baja la cabeza y se va, como el pichón que quiere recobrar a su madre, después de remontar libre vuelo. Familias establecidas.
Desgarra la garganta, ahoga el grito y el llanto.
Dañino el tiempo regresa al día de hoy… Mis hijos en su trabajo, yo aquí lavando los vidrios de la cocina, un plato  un vaso un tenedor y un cuchillo. Lo único que utilizo, ha menguado  la familia.
Suena el teléfono, me seco las manos con el repasador amarillo. Su voz inconfundible, su hola mayúsculo. Mi alegría.
Me divorcié…me dice.  Mis oídos no decodifican el mensaje instantáneamente, quedo con una mueca mezcla de sonrisa y sorpresa.
Fina llovizna de mis  ojos caen en el blanco papel con finas líneas negras. En la mano un lápiz verde quiere escribir la historia.
Tarde
Es ya muy tarde.

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