DESHORA
Me
divorcié.
Mis
oídos no decodifican el mensaje al instante, quedo con una mueca mezcla de
sonrisa y sorpresa.
Las
agujas del tiempo retroceden rápidamente y me encuentro sentada frente a él sin
comprender que regresa con su ex mujer. Seis años separados pero una causa
justa lo determina, es “la madre de mis
hijos” me necesita. Tomo el brillo de mis ojos, la sonrisa, y mi amor, lo
guardo en el bolso, me levanto y salgo hacia la calle sola, vacía, queriendo
ser barrilete y levantar vuelo con la primera brisa que doble la vieja esquina.
Cinco
años de risas, cinco años de compañía, los
voy guardando en una caja. Pesan tantas alegrías juntas, los proyectos
los envuelvo en papel de diario. La arena
de la playa, la piedra, esa flor seca, y me río cuando desenvuelvo la
servilleta y salta una cucharita rosa de plástico del helado que compartimos. El
jaboncito sin usar, robado del hotel alojamiento, a ése que fuimos temblando y
casi con vergüenza, a descubrir nuestros cuerpos por primera vez.
Levanto
la caja, voy hacia el terreno baldío que está al lado de casa, rocío con
alcohol y enciendo un fósforo.
La
llama comienza a hacer su tarea.
Pasa
el tiempo y las agujas del reloj marcan
el tiempo en nuestro rostro. Otro amor llega, y de la mano de él los hijos.
Se
abre la puerta de la oficina.
Perdón,
no tuve el coraje de dejarla sola en ese trance tan difícil que pasaba, te amé
y seguiré amándote- me dice esa mañana de Julio. Le sonreí, con ese dejo de
insulto, frustración, amor y bronca. Miro por la ventana, en el auto mi esposo
y nuestros hijos. Frente a mí su regreso para el indulto. Baja la cabeza y se
va, como el pichón que quiere recobrar a su madre, después de remontar libre vuelo.
Familias establecidas.
Desgarra
la garganta, ahoga el grito y el llanto.
Dañino
el tiempo regresa al día de hoy… Mis hijos en su trabajo, yo aquí lavando los
vidrios de la cocina, un plato un vaso
un tenedor y un cuchillo. Lo único que utilizo, ha menguado la familia.
Suena
el teléfono, me seco las manos con el repasador amarillo. Su voz inconfundible,
su hola mayúsculo. Mi alegría.
Me
divorcié…me dice. Mis oídos no
decodifican el mensaje instantáneamente, quedo con una mueca mezcla de sonrisa
y sorpresa.
Fina
llovizna de mis ojos caen en el blanco
papel con finas líneas negras. En la mano un lápiz verde quiere escribir la
historia.
Tarde
Es
ya muy tarde.
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