SIMBIOSIS
Así como el leer nos envuelve en la oscuridad,
donde solo se reflejan la páginas del libro... el escribir nos aísla en una
misteriosa sala sin más elementos que un papel, una lapicera, y ese deseo que
guía la mano.
Quedamos sordos entre los ruidos externos, ciegos frente a presencias, y mudos ante preguntas. Danzan entre los dedos, amores, temores, lágrimas y sonrisas; y se pega la tinta en el papel formando letras y palabras que harán vivir a quien la lee una vez concluido el escrito.
Así como el leer no eleva, nos libera y vibramos con los personajes, los paisajes; quien escribe se posesiona con lo que rápida o lentamente va plasmando. Es hacer el amor entre letras y papeles, es acariciar un cuerpo sutilmente, disfrutar la textura y hasta sentir su aroma. El final, un orgasmo interminable. El lector cierra el libro... el escritor reposa su espalda en la silla... suspira profundo y siente cómo ese cosquilleo va desapareciendo, y la paz cubre su existencia.
Comunión entre hombre y papel. Complicidad entre lapicera y mano. Amalgama atemporal entre escritor y lector.
Quedamos sordos entre los ruidos externos, ciegos frente a presencias, y mudos ante preguntas. Danzan entre los dedos, amores, temores, lágrimas y sonrisas; y se pega la tinta en el papel formando letras y palabras que harán vivir a quien la lee una vez concluido el escrito.
Así como el leer no eleva, nos libera y vibramos con los personajes, los paisajes; quien escribe se posesiona con lo que rápida o lentamente va plasmando. Es hacer el amor entre letras y papeles, es acariciar un cuerpo sutilmente, disfrutar la textura y hasta sentir su aroma. El final, un orgasmo interminable. El lector cierra el libro... el escritor reposa su espalda en la silla... suspira profundo y siente cómo ese cosquilleo va desapareciendo, y la paz cubre su existencia.
Comunión entre hombre y papel. Complicidad entre lapicera y mano. Amalgama atemporal entre escritor y lector.
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