EL SILLÓN
Sin esperar respuestas, la ausencia se acomoda en el
sillón verde musgo. Silencio acuna nostalgias y cerrado el ventanal, la salida
es una aventura cuasi imposible.
El abrazo, tímido, se guardó entre las sábanas, el
beso bajo almohadas con aromas a tilo. Las paredes impregnadas de pasiones
nocturnas, chorrean lastimosamente minutos pasados.
Mis ojos buscan
lo que mi mente sabe, no está.
Sube peldaño a peldaño la ansiedad, ácida
corrosiva. Llega hasta mi mejilla y me cachetea para que entre en razón. Cuando
siento el golpe, que deja ardiendo mi
piel, corro hasta el pasillo de la vida, esperando encontrar la llave que destrabe la puerta.
Imposible.
Imposible?
Miro el sillón verde musgo.
Vacío.
Tu amor es la lejana esperanza de sacudir las sábanas y levantar la almohada. De lavar
las paredes, de encontrar la llave.
Desamor hoy toma la mano, negar la verdad, por
cobardía, o conveniencia.
Vivir entre la espera insustancial sin avanzar, y
quedarse con un gris obsoleto.
O mentir, mentirse, mentirme.
O negar, negarse, negarme.
El sillón verde musgo se ve cómodo.
La lástima amontonada en un rincón, aguarda ser
barrida.
Lenta, muy lentamente la verdad me dice la verdad.
Miro el sillón verde, acomodada la ausencia
descansa.
Cierro los ojos.
Me miento lo que ya se, surge una sonrisa mal pintada, brillan mis ojos,
lágrimas ocultas.
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