EL CUARTITO DEL FONDO
Juan camina
lentamente hacia la puerta del cuartito del fondo de la casa.
Ese cuartito
donde se guardan todas aquellas cosas que no se utilizan, según la estación de
año que corresponda. En verano, el calefactor eléctrico se reserva hasta el
próximo invierno en una caja marrón, pegada con cinta de empapelar para que
sirva un año más, las bolsas con las frazadas lavadas de gruesa lana a cuadros
rojos y grises desteñidos se acomodan en un armario, los cortinados pesados se
envuelven en papel con ramitas de flores de lavanda, las alfombras y cubrecamas
de terciopelo, esperarán su tiempo de uso. En invierno, la reposera de caño
azul desgastado por el tiempo, las cajas con ropa fresca, la sombrilla a
cuadros, la paleta de plástico y red para sacar los inocentes bichos que han
caído imprudentemente en la pileta de natación.
Todo lo útil,
pero inutilizable esta ahí, en el cuartito del fondo.
Hoy algo le
llamaba la atención, ruidos, gemidos, voces.
Ruidos extraños.
Su cabeza
comenzó a dar vueltas y su imaginación voló por los rincones de las
posibilidades.
Gemidos, gemidos
que solamente ella lanza, en noches de pasión.
Ruidos, voces.
Alguien está con ella en ese cuarto. Le habla sensual, la provoca, le pide más.
Y más.
Ella ríe alegre,
jadea, con respiración entrecortada, le pregunta si lo hace bien, si le gusta.
Y ríen nuevamente.
Juan esta
seguro, ella lo engaña.
Camina
sigilosamente hasta la puerta del cuartito del fondo. Cada paso que da, se van aclarando
más las palabras que oye. Por su frente comienza a caer una gota de sudor, tiemblan
sus manos, en sus ojos se presenta la imagen de ella, desnuda, entregada a esa
voz que él no puede
definir de quién es.
Llega hasta la
puerta del cuartito del fondo, su mano toma el picaporte, y lentamente lo baja.
Las voces siguen
su ritmo, no perciben el descubrimiento de la traición.
Los cuerpos continúan
cadenciosos los movimientos sensuales, lo indescriptible estará frente a sus
ojos en unos segundos.
Su corazón comienza
a latir fuerte, siente el dolor en su pecho, en sus sienes, siente que se
ahoga.
Y la voz de aquél
que le pide a ella más, que se entregue con más fuerza, con más pasión.
La traición.
La traición se
descubrirá frene a su mirada.
¿Que hará ella?,
¿que excusa le dará cuando él esté frente a los dos?
En el armario se
encuentra guardada la carabina, los matará sin piedad, como ellos no tuvieron misericordia
por él.
Toma de la caja
azul las doradas balas y llena el cargador. Lo ubica en su lugar, y camina
seguro.
Ya nada le
importa.
Perdió en el
amor.
Abre la puerta.
Ella se
sorprende.
A su lado un extraño.
Sus ojos rojos
por la furia, ven entre la niebla del odio y el dolor los cuerpos juntos.
María, con
respiración entrecortada por el esfuerzo lo saluda, mientras hace infructuosos
movimientos para poder levantar unas pesas, mira al desconocido le pregunta si
lo hace bien, el profesor de gimnasia le pide que ponga más pasión, mas
entrega.
Juan cierra
lentamente la puerta del cuartito del fondo. Y cae al suelo pesadamente.
Su desconfianza
terminó.
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