Atrapa la última porción del beso azucarado en el instante
que las campanas se mecen en lenta agonía, vuela en círculos negros el negro
recuerdo y la atmósfera huele a pan
amasado y canela. Se esfuman los anónimos y el cortejo acompaña al ausente, atascan ventanas a su paso, lavan
sus manos los involucrados, montes, pájaros, campos sembrados, canta un gallo, aúllan
los perros presagio nefasto, augurio benévolo. Corre el río su suerte de morir
en el desierto o crecer en un lago, la vida se retuerce y tuerce la utopía de
castillos delirantes y discursos emergentes de bocas sabias y congruentes. La inocencia
se desviste en la simple habitación, con sonrisa tenue, con ojos melancólicos sus
dedos al son de las campanas se agitan como la piel al roce secreto de sus
ansias, colorea los labios de carmín fogoso, pinta sus uñas de pasión. Se agiganta
el abrazo caduca el tiempo, se exprimen los cuerpos se apagan las luces
desaparecen la sombras. Y los pasos…los pasos cansados vuelven a su abrigo
invariable, se cierra la puerta atrapa la última porción del beso azucarado en
el mismo instante que las campanas se mecen en lenta agonía.
miércoles, 5 de junio de 2013
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