Fluyen las palabras como lava del volcán

lunes, 17 de junio de 2013

LA MARCA




LA MARCA

María camina con paso firme y seguro. Sus zapatos negros golpean las baldosas grises de la plaza del pueblo.  Cruza la calle y entra en el consultorio. Se detiene, tiene calor, resbalan las gotitas de sudor por su frente mojando su flequillo rubio. El corazón comienza a funcionar cada vez mas rápido, le quiere saltar del pecho. La secretaria de blanca chaqueta y pollera azul la hace pasar a una piecita pintada de color damasco, una camilla, un armario pequeño, un escritorio y dos sillas negras. El ventilador de techo gira enviando una brisa tibia que no llega a refrescar el rostro de María. Se desviste, una bata impecablemente blanca cuelga de un perchero, primero un brazo… luego el otro, ata el lazo con un nudo suave y se recuesta en la camilla, sus piernas de adolescente las apoya abiertas, en el estribo. Es solo un segundo… solo un segundo. Transpira María. Cierra sus ojos. Sudor o lágrimas caen…


-Es un atorrante-
 Sentado en la silla de algarrobo, con ceño fruncido y ojos despidiendo llamas de ira, el padre de María le habla a su esposa.
-Hay que cuidar a la nena, te lo repito una y mil veces más…- su voz  resuena en la cocina, y hasta los platos tiemblan apilados en el escurridor.
-Si ese desgraciado le hace algo, se va a acordar de mi…- golpea el puño en la mesa y se resbala la cucharita de entre los dedos de la esposa.
-Sos su madre controlale las bombachas, marcá en el almanaque la fecha. Si ese atorrante lo deja embarazada lo mato a él primero, después a ella y vos no te salvas de los tiros.-
 -Una madre tiene entregar virgen  a su hija. Yo quiero al hijo del farmacéutico como yerno…no ese desgraciado que se pasa todo el día fumando la ganancia de su padre, con la excusa que tiene que terminar arquitectura. Eso tiene que terminar. No es hombre para nuestra hija. Acordate bien de lo que te digo, los mato a los tres si queda embarazada.-
Levanta la caja de cigarrillos y sale pateando al perro que se cruza en su camino.

María atrás de la puerta escucha temblando…


María cuenta los días. Mañana son 28 días. Cierra los ojos y siente las caricias de Juan por su cuerpo. Se amaron esa noche cuando sus padres viajaron a la ciudad. Aun siente la respiración agitada  de Juan y ese abrazo que casi la ahoga. Su boca recorriendo su cuerpo. 29 días días… 30 días… María habla con Juan, algo hay que hacer. Tiene que aparecer la mancha. En un frasquito de vidrio con tapa negra coloca sangre de una gallina que mataron para el almuerzo, Juan se la entrega a  María. Con mano temblorosa mancha su bombacha con la sangre. Su madre la controlará. 32 días… 33 días…34 días manchando algodones con sangre de algún animalito muerto para seguir con la mentira…
La verdad la marcan 2 rayitas en una tirita mojada con orina…
Resuena en su cabeza la amenaza del padre.


Resbalan por su cara y caen tristemente  las lágrimas. María pálida se levanta, tiemblan aún sus piernas. Da un paso y apoya su espalda en la fría pared. Olor a flores y velas apagadas la envuelven. Un silencio la sostiene. Moja la punta de sus dedos con  agua bendita y hace la señal de la cruz.
-Perdóname Padre, perdóname Padre-
Tiembla su cuerpo, sus ojos no ven, sus piernas no quieren moverse. Sus manos se humedecen, cae de rodillas y un grito sale de su garganta. Un charco de sangre la rodea. -Perdóname Padre, perdóname Padre-
Se le aproxima furioso, la toma de los hombros, la sacude con fuerza.
-Puta, puta!!!- le grita.
Un golpe en su mejilla le hace abrir los ojos.
El rostro de la enfermera se le presenta frente  a su cara.
-Quedate tranquila, en una hora te podes ir a tu casa, te recostás  en la cama y permaneces dos días en reposo-
Toca su vientre tibio. Cierra los ojos, recuerda las caricias de Juan la noche que se amaron.
María toca su vientre vacío.


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