Fluyen las palabras como lava del volcán

lunes, 22 de julio de 2013

CUENTA CERRADA





CUENTA CERRADA

Sentada mirando mis manos. En una, una tarjeta de crédito, en la otra un resumen de cuentas. Al frente de esta plaza en donde estoy sentada, el Banco.
Y me dijeron que no. Y no hubo forma de revertir la situación. Mi crédito se acabó en el momento en que emití un cheque por valor a mil besos de amor. Pasé el límite del crédito, y mi saldo quedó en rojo, no lo pueden cubrir.
El mismo rojo pasional que vive mi corazón, por tu amor.
Pedí hablar con el Gerente, y él me explicó que es así, que en la vida hay que cuidar los ahorros, y cuando no hay garantías de devolución corremos el riesgo de quedar en la ruina, y quebrar los sentimientos.
Y miro mis manos. Y te recuerdo. Y no hubo garantías, y derroché amor. Y no obtuve respuestas de tu parte.
Pienso que puedo pedir un préstamo, a diez años… los intereses son altos, pero quizás… tus ojos me miren diferentes. Y al nacer tu amor por mi, pueda cubrir  mi caja de ahorro con caricias, besos, halagos, y pueda devolverlo antes de la fecha pactada….
O… mejor…. Si envolvieras con tus brazos mi cuerpo azul de ausencias, me convertiría en una caja de seguridad, llena de brillantes sueños cumplidos, de acciones cotizadas en la Bolsa de Cariño… invertiría en  proyectos felices, ilusiones bursátiles, y  canjearía futuros y opciones a largo plazo de felicidad, por esta angustia que siento hoy.
También… si me amaras, en algún momento de tu vida, sería millonaria de felicidad, no pagaría más  el Monotributo al Desamor, y pasaría a Ganancias del Corazón…ya se que es más oneroso ese impuesto, pero mi rostro reflejaría una sonrisa que en estos últimos años la he  guardado en el baúl y no la he sacado, ni para colocarla en Plazo Fijo. Algún bicho se la puede comer… pero mi tristeza no da para verla.
El Gerente del Banco me miró, sus ojos grises, despidieron una luz de desolación. Movió su cabeza de un lado al otro, dos veces. Colocó su mano en mi hombro, en ese momento, sentí que me comprendía… él también había caído en  bancarrota.
Sentada en el banco de esta plaza, mirando mis manos, en una la tarjeta de crédito, en la otra, el resumen de cuenta, al frente quedó mi amor.




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