Fluyen las palabras como lava del volcán

miércoles, 10 de julio de 2013

UN MAÑANA







UN MAÑANA

Colocó el pantalón azul gastado dentro de la bolsa grande, negra, que su vecina, la de al lado, le dio. La había tomado rápidamente sin levantar la vista. Tenía una tristeza honda y sus ojos delataban con su brillo la angustia del mañana.  
Nada más por hacer, ya no existía nada del ayer, su futuro era incierto.
Caminó despacio, para retrasar la partida, quería y no, mirar atrás, el dolor era agudo y las ganas punzaban el pecho, de reojo, solo de reojo miraría por última vez.  Un segundo, una ráfaga, un suspiro una lágrima.
Apretó una de las bolsas en su pecho, la otra la llevaba en su mano, nudillos rojos por la presión,  el suelo se le nublaba, y cada paso mojaba la tierra.
Llegó hasta las afueras, le habían trazado la ruta, la casona sin techo, y una puerta que al tocarla fuerte se le soltaba una bisagra, ya le habían alertado. Entró, a la izquierda un armario, a la derecha un marco de madera que comunicaba a una habitación con colchones carcomidos por vaya uno a saber que alimaña. Al frente un baño sin espejo, sin pileta, con un inodoro preciosamente pintado de azul, roto. Zapatos tirados, unos clavos grandes hacían de perchero, un viejo almanaque había quedado detenido en el año 1980. En el centro restos cenicientos de algo quemado, ramas quizás, unos hierros haciendo de parrilla. Sobre ella una vieja pava renegrida, cuatro tazones enlozados, una cacerola de aluminio casi abatida por el fuego.
Acomodó sus ropas en un cajón que encontró vacío, colocó en el piso sucio de tierra y desperdicios, unos cartones y su manta. Y se sentó, y lloró.
Cincuenta y nueve años tenía, un gran proyecto de vida, y de pronto, se quedó sin nada. Sus amigos, sus amigos se alejaron lentamente, al verlo desamparado, fue a los Bancos a pedir ayuda para recomenzar, pero no tenía solvencia económica, le respondieron y se la negaron. Y lentamente vio como el  esfuerzo de años se derrumbaba.
Se recuesta en el piso, se tapa con una manta,  ve llegar a sus nuevos compañeros de vida, los cartoneros.
Cierra los ojos.
Desamparo
Intemperie.



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