JUAN Y EL MAÑANA.
Juan salió de la librería con dos cajas. Una tenía gomas de
borrar, la otra lápices negros.
Llegó a su casa, entró, cerró la puerta, se paró frente al
espejo y comenzó a borrar la imagen que
reflejaba.
Imposible.
Se dio vuelta y con manotazos alocados intentó borrar el espacio que lo rodeaba.
Imposible.
Furioso tomó la caja de lápices y los rompía demencialmente.
Inútilmente.
El pasado no se borra, ni se niega. Es el bagaje de
vivencias que forman nuestra vida.
El hoy no se borra. Cada segundo es un después.
El futuro es inevitable, se escribe, se bosqueja, quien no
lo acepta rehuye de las responsabilidades.
La vida es pasado, presente y futuro.
Si Juan niega uno de esos momentos de la existencia está impidiendo
realizarse como persona.
Juan solo vive en un
hoy, sin un mañana…y quien vive
alocadamente se elude a si mismo.
Todos los días son días nuevos para proyectar con las
experiencias del día anterior.
Juan abre la ventana, se sienta y mira el paisaje.
Juan se tapa la cara con las manos, llora. Descarga su
deprimido corazón.
Juan le tiene miedo al futuro.
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